En los últimos días en Costa Rica, las calles vuelven a ser escenarios de bloqueos y manifestaciones no son sólo populares, sino de los más variopintos sectores, e intereses, bajo una consigna: “No más impuestos”.
Y es que el gobierno de Costa Rica, consecuente con el modelo de inversión extranjera y endeudamiento público, continúa por el camino neoliberal, que inició desde hace décadas. Así, a mediados del mes de setiembre, anunció que para solventar la crisis fiscal, hará lo mismo de siempre: endeudar más al país,pues pretende un préstamo de 1.750 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional(FMI).
En Costa Rica, dónde los desastres de los gobernantes los pagamos los pueblos, esto implicaría, entre otras medidas, más impuestos a los productos y servicios que se consumen en el país.
Bajo este contexto, se da el llamado a Paro, el pasado miércoles 30 de setiembre 2020 con la consigna “No más impuestos”. La convocatoria la hizo un movimiento que nace recientemente, y que agrupa a sectores con diversos intereses ecónomicos y productivos; y que tiene como personajes visibles, a dos rostros de la vieja escuela política, tradicional; que llevan en sus espaldas, sus facturas, por lo que vivimos hoy en día.
Para el viernes 02 de octubre, según fuentes oficiales, se registraron 33 puntos de carretera cerrados, para el sábado 03 de octubre se registraban alrededor de 26 puntos bloqueados, para el domingo 04 de octubre alrededor de 20 cierres, y para este lunes a media tarde, se contabilizaban al menos 60 cortes de rutas; todos los cortes de ruta con una variable asistencia, en algunas más, en otras menos personas.
El domingo 4 de octubre del 2020, en Cadena Nacional, el presidente afirma que retiraría la actual popuesta de préstamo al F.M.I.
Ojo: no mencionó que cesarán las negociaciones con el FMI, ni tampoco las reestructuraciones, que vienen ocurriendo desde hace años; y además, afirmó que sólo negociaría con actores reconocidos por el Estado.
La respuesta de los sectores movilizados es que los bloqueos no dejarán de realizarse, pero (no tardan en aparecer) también las viejas y miopes dirigencias que ya se acercan a negociar con el gobierno, con la desgastada iglesia católica, como mediadora.
La complejidad de lo que vivimos estos días en Costa Rica es marcada por un contexto convulso y revuelto de sectores e intereses: por un lado, la rabia legítima del pueblo que no aguantamos más, dónde, quizá, hay poco tiempo para pensar sobre estrategias, ideologías, religiones, derechas, izquierdas, cámaras empresariales, cooptaciones políticas u otras acciones cuestionables.., si no que hay que resolver el hambre de hoy a como sea…y eso ni la pandemia, ni el Gobierno, ni los «dirigentes» de algunos sectores, le han puesto atención.
Por otros lados, encontramos a quiénes se esconden y se cobijan, manipulan y hablan demagogia pura, con las consignas populares legítimas, ya sea para librarse de su responsabilidad económica de la crisis, ya sea para jalar a sus arcas políticas.
Costa Rica es un país bastante caro para vivir, y cada vez es más notorio, que las familias tenemos mayores dificultades para sobrevivir ante un deterioro generalizado de las condiciones para hacerlo.
Con el transcurrir de los años, las condiciones y posibilidades para la gente de abajo en Costa Rica, sin duda, empeoran. Esto es tan evidente, que ni siquiera los informes oficiales se pueden maquillar: los índices colocan a Costa Rica entre los países más desiguales del Mundo; en este país se concentra la riqueza en pocas manos, y por lo tanto, la desigualdad social es cada vez mayor.
Por otro lado, la denuncia pública que se ha vuelto recurrente es que hay un gran sector empresarial que no paga impuestos, que es también el más adinerado del país y que ha sido protegido desde hace años por la clase política.
Por ejemplo, diversxs investigadorxs sociales, la mayoría de escuela socialdemócrata, han afirmado que si el Estado lograra recoger los impuestos perdidos por la elusión y evasión fiscal, no habría crisis fiscal.
En medio, la manipulación discursiva e informativa de las corporaciones de la comunicación a favor de los intereses de su sector empresarial y condenando los bloqueos, por supuesto.
Este coctel de realidades, ha removido a los pueblos de Costa Rica, particularmente en las zonas rurales; de forma espontánea y sin mucho proceso organizativo previo, hay miles de personas que están saliendo a las calles a manifestarse contra el préstamo que encarecerá aún más la vida, sin que necesariamente sean las organizaciones de base institucionalizadas las que estén liderando las acciones callejeras, ni tampoco todas las personas que han salido a las calles son parte de la agrupación que realizó el primer llamado a bloquear.
Totalmente variopintas, a veces antagónicas y siempre diversas han sido las manifestaciones en estos días, que entre las variadas pancartas que se encuentran en la calle contra el F.M.I y contra más impuestos, también se encuentran algunas otras pancartas negacionistas sobre la pandemia y que destacan a Donald Trump como un personaje positivo, otras, en este mar de confusiones -también provocadas-, señalan al presidente Carlos Alvarado como comunista.
Lo que no ha variado es la práctica de imponer malas políticas, y los bloqueos ya han sido fuertemente reprimidos por las fuerzas policiales, varias decenas de personas han sido detenidas y se reportan heridxs por los enfrentamientos. La justificación para reprimir a lxs manifestantes es que el bloqueo de calle fue prohíbo por ley, luego de una lucha popular contra la privatización de la institución pública encargada de las telecomunicaciones, a principios de los años 2000.
Pero al pueblo ya cansado y rabioso, nada lo detiene. A pesar de la represión, los bloqueos se vuelven a armar en puntos estratégicos para el gran capital.
Desde algunos sectores populares, estudiantiles y colectividades se empieza a llamar a acuerpar las acciones callejeras y de cierre de vías para los próximos días, no sin antes recordar que la batalla no sólo es contra el Gobierno y sus políticas, sino contra sus estrategias neoliberales y el falso llamado a diálogo.
No podemos dejar de mencionar otro elemento que pesa en estos momentos: como contraataque a la huelga nacional del magisterio en el año 2018, recientemente se aprobó un contigente de leyes antihuelgas con carácter represivo, ideado para este tipo de coyunturas y que para estos días ya puede utilizarse como herramienta coercitiva por parte del gobierno, pues los sindicatos del sector público, por ejemplo, tendrían prohibido por ley llamar a una huelga indefinida a lxs trabajadorxs.
Pero con pavor hacia lo que esta cultivándose en estos momentos en las calles, el gobierno reacomoda sus fichas en busca de que el pueblo ceda, y libera la presión comunicando que retirará la propuesta al F.M.I pero no la intención de solicitar el préstamo con este organismo y que abrirá el diálogo con los sectores que desde el Poder Ejecutivo consideren. La más vieja, recurrente y cíclica de las estrategias de negociación del poder político criollo cuando confluye el pueblo en las calles y en rebeldía.
Es vital comprender el fondo de la reestructuración que busca el gobierno al negociar con el F.M.I, pues nos da luces de la ruta que pretende imponer la clase gobernante en los próximos años, ya sea bajo la actual administración, o en la que vendrá.
2. El Plan «A» del gobierno orquestado por el F.M.I
Como si se tratase de una película de ciencia ficción, las condiciones que impusieron los agentes del F.M.I la última vez que visitaron el país el pasado mes de junio son las mismas condiciones que trajo hace casi 40 años atrás; y como si se tratáse de una gran coincidencia, el gobierno también impulsa una serie de reformas laborales y de derechos, que profundizan las condiciones adversas que ya tenemos con la pandemia.
El primer plan que el gobierno de Costa Rica anunció a cambio del dinero del F.M.I., y que ayer comunicó la retiraría, implicaba una serie de reformas estructurales sensibles y que sin duda, golpearían directamente a los pueblos y profundizando este modelo neoliberal.
Describiremos esta propuesta a pesar de se retiró, porque como escribimos hace unas líneas atrás, marca una ruta de hacia dónde nos lleva el poder político y econonómico, ya sea en esta negociación con este organismo internacional, o bien, en tiempos venideros.
Una de estas medidas sería aumentar los impuestos que hay en el país. Por ejemplo, que todas las transacciones bancarias que se realicen en esta geografía, ya sea compras y pagos presenciales hasta las transacciones virtuales, tendrían que pagar un impuesto por ello.
También se pretenden eliminar las exoneraciones de impuestos a las cooperativas, mientras claro se mantiene los privilegios arancelarios a los grandes capitales.
Además pretendían tasar, a los salarios de más de 1500 dólares mensuales, en una Costa Rica dónde -aproximadamente y según cifras oficiales- el 62% de la población económicamente activa vive altamente endeudada.
La reforma estructural que planteó el gobierno con el F.M.I y que según el gobierno retirará, también sugería la reducción de las cargas sociales que pagan las empresas. Actualmente, las empresas deben pagarle al Estado poco más del 26% del salario que le paga a cada unx de sus trabajadorxs por mes; esa recaudación se usa para financiar –principalmente- a la Caja Costarricense de Seguro Social, que es la institución pública que se encarga de atender la salud pública del país.
Cínicamente, la primera propuesta del gobierno retirada el día de ayer, pretendía que una pequeña parte del impuesto a las transacciones bancarias que intentaría cobrar, se utilizaría para tapar el hueco financiero que dejaría la reducción de las cargas patronales, osea cobrarle dos veces al pueblo lo q los grandes patronos dejan de pagar.
Además, esta propuesta también incluía el cierre o fusión de instituciones públicas, órganos desconcentrados y empresas estatales, así como la eliminación del pago de las anualidades en el sector público, promover la movilidad voluntaria de trabajadorxs públicxs, y la reducción de la deuda política en un 50%. En otras palabras, un despido masivo de trabajadorxs estatales.
3. La agenda neoliberal y el oportunismo empresarial
Las políticas neoliberales en esta geografía centroamericana se vienen cocinando, como en toda la región, desde los años 80; el banderazo de salida más claro que se encuentra en la historia oficial de Costa Rica, es cuando se ejecutan los famosos Programas de Ajuste Estructural –PAE, justamente, como la moneda de cambio para recibir un préstamo del también famoso F.M.I. para resolver los problemas fiscales del Estado en aquel entonces.
Desde aquella gran reestructuración estatal que ocurrió en la década de los 80, el poder político- empresarial no optó por seguir privatizando todos los servicios e instituciones estatales, sino que con el transcurrir del tiempo y producto de una profundización del capitalismo global, las instituciones estatales empezaron a tener menos recursos para ejecutar proyectos y dar su asistencia social, generando un deterioro generalizado de la población que habitamos en Costa Rica poniéndole como condimento una cultura de dependencia a un Estado Paternalista.
En el año 2008 entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana: en Costa Rica, después de una larga lucha popular para que no se firmara este acuerdo comercial, este tratado significó otro punto de inflexión para profundizar el modelo neoliberal, pues cambió la estructura política y el ordenamiento jurídico del país para que se ajustara a él.
Y desde aquel momento, el proceso de reconfiguración al modelo neoliberal se ha acelerado, dándole evidente prioridad a la agenda empresarial, la corporativizacion del Estado y el aumento de proyectos extractivos y agroexportadores
4. Un paso más hacia el Estado del capital: la entrada a la OCDE
Antes de que iniciara la pandemia, en Costa Rica, ya vivíamos con el fantasma de la crisis fiscal, y por eso es que hace poco más de un año, se impuso un Combo Fiscal en el que, entre otras medidas, impuso un nuevo impuesto llamado Impuesto al Valor Agregado, que sustituyó unos impuestos, pero que ahora tasaría todos los bienes y servicios del país, incluso a la canasta básica.
Este Combo Fiscal fue preparado a la medida de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE, que condicionó la entrada del Estado costarricense a su “club de países ricos”, a cambio de ajustar y modernizar los asuntos hacendarios del país (paradójicamente, este «club» incluye países donde hay gran desigualdad y conflictividad social, como Colombia, México y Chile).
En fila de aprobación de reformas que desde la OCDE se sugiere también se encuentra el proyecto de Ley de Empleo Público, un proyecto que pretende flexibilizar aún más las condiciones laborales de ese sector, pero que marcaría un precedente para la empresa privada también.
Por otra parte, no podemos dejar de resaltar que el sector empresarial más poderoso, industrial y mediático del país, hábilmente se ha apropiado del discurso de “No más Impuestos” para evitar asumir cargas tributarias de las que muchas empresas millonarias han logrado evadir gracias a políticas de Estado, por ejemplo el establecimiento de las figura de “Zonas Francas” desde los años 70, en las que las empresas industriales reconocidas bajo este régimen tienen una serie de beneficios fiscales que les exoneran del pago de miles de millones de colones al año.
5 y final. Río revuelto: «pobres peces»
Esta pandemia sólo ha servido de excusa para agilizar un largo camino hacia ese modelo neoliberal que carcome todo a su paso y por el que nos llevan los políticos de turno y sus estructuras partidarias, que se desnudan, una vez más, con este anuncio de un posible préstamo con el FMI, que a todas luces no resuelve el hambre que sentimos todos los días y que toca calmar de alguna manera.
El hambre, a su vez sobrepasa, por mucho, la capacidad articuladora y organizativa de una sociedad que parece carecer,dicho con pesar, de un horizonte de respetos, concensos y participaciones directas sobre la construcción de su propio destino.
Es bien sabido que la desigualdad social, el empobrecimiento del pueblo, la falta de trabajo, la enorme dificultad para conseguir tierra y/o vivienda, el despojo de tierras, la violencia patriarcal, la falta de una buena educación, la impunidad que otorga el Estado a quienes violentan los derechos de los pueblos, la corrupción y el cinismo político… Son los mismos síntomas que padece nuestra América. La existencia de estos males no depende de si se aprueba o no un prestamo más con el F.M.I, los dolores de nuestra Latinoamérica son más profundos.
Y sobra recordar que la pandemia viral del Corona-capitalismo, nos ha sentado a replantearnos que más de una cosa tiene que cambiar profundamente en nuestras vidas, y en nuestros entornos.
Nos preguntamos, ¿seremos capaces en Costa Rica de darle la espalda al poder político y al poder económico, con sus discursos electoreros y calculadores, con sus dirigencias añejas – o añejadas- que nos dan más de lo mismo, con sus falsas promesas de un Estado democrático que sí funciona para todxs?
¿Será que empezaremos a trazar caminos lejos del asistencialismo estatal, de la dependencia que genera, y de su compadrazgo eterno con el patriarcado, el capitalismo y el racismo?
¿Podremos empezar a caminar con discusiones y procesos que nos lleven a una transformación más profunda y radical de nuestra realidad, lejos de intentar sostener un estado de derecho con las raíces de los patriarcas de aquella clase política y de la burguesía criolla de la primera mitad del siglo 20, antecesora de lo que cosechamos el día de hoy?
Una vez más, la historia nos da la posibilidad de escribirla