Escrito por FLOR ARTIAGA
Sí, yo estuve ahí. Lo vi, lo registré con mi cámara que era mi labor como parte de un trabajo para la Sede. Cuando llegué casi a las seis de la mañana las barricadas estaban hechas, encontré personas alegres y señoras repartiendo café y comida entre los asistentes…..café y comida….la gente posaba para las fotos…. No sé….eso no me suena a grupos terroristas organizados…
Cayó el primer árbol ¡Cómo me dolió esa caída!!!! La gente empieza a gritar que no corten los árboles pero se escucha la sierra una vez más, alguien dice “no quiero que corten ese árbol, ahí hay una perica ligera”, por suerte el segundo árbol cortado no fue ese.
La policía se acomodó en filas con sus escudos y cascos, está a una distancia aproximada de 30 metros. Necesité utilizar el zoom para poder fotografiarlos y que no parecieran hormiguitas…jeje…hormiguitas…
Hay piedras tiradas por toda la calle.
Dicen que dieron la señal de advertencia, la verdad no recuerdo haber escuchado. Cuando los policías comienzan a avanzar se escucha el primer y un segundo disparo. Los uniformados contestan disparando hacia la vegetación. Hay un lapso de inmovilidad, lo recuerdo como en cámara lenta…empiezan a lanzar los gases, algunas personas contestan con piedras, no duró cinco minutos antes de que la gente empezara a alejarse y abandonar las barricadas. Hay mucha confusión, entre el humo veo los rostros de los hombres afectados por el gas, me doy cuenta de que muchos de ellos son adultos mayores y poco a poco el grupo de manifestantes se hace más y más ralito era como si la gente fuera desapareciendo en medio de la densidad de los gases!!!!
Quienes quedan corren y yo corro con ellos. No sé cuanto tiempo corrimos, creo que hasta que perdimos de vista a los oficiales. Alguien grita que corramos hacia Limón 2000, un barrio pobre en un de las calles de la ruta 32.
Se escucha una voz de hombre “quememos los trailers” y un grupo de jóvenes, algunos con la cara cubierta se lanza hacia ellos. Alguien grita que sólo los de las empresas.
Un primer trailero pide que no le hagan daño a su vehículo, un hombre le pide que lo atraviese en media calle y así lo hace. Seguimos corriendo. Los encapuchados comienzan destapando los tanques de combustible, luego siguen golpeando los trailers y finalmente se lanzan a los traileros y sus pertenencias, era un acto de destrucción en crecendo.
En medio de esto una mujer grita “a los traileros no!!!! Déjenlos!!!!” Algunas personas nos detenemos a interceder por ellos, un primer chofer pide que no le dañen el vehículo pues es suyo, la gente lo apoya y los vándalos se alejan, más adelante un segundo observa con impotencia cómo estos muchachos se introducen en su trailer y rompen el parabrisas. Le pregunto “¿Es suyo el trailer?” él contesta que sí, “y qué está esperando ¡defiéndalo! Diga que es suyo” Grito que el trailer es de él, una mujer y algunos varones me secundan. Los vándalos se bajan del vehículo. Los pierdo de vista. Sigo corriendo y al mirar atrás veo una primer columna de humo, habían incendiado un trailer. Tomo una foto.
Más adelante veo a los vándalos aún más violentos, hacen caso omiso de los gritos de la gente y empiezan a asaltar y agredir, veo uno que corre con una de esas pistolas caseras, nunca había visto una, sentí miedo.
Hemos llegado a la zona donde comienza la presa de carros, observo a la gente lívida, encerrada, algunos solos, familias con niños, la policía a nuestras espaldas.
Más adelante en un predio, tres policías armados nos aguardan, nos dejan pasar, parecía que solo custodiaban el ingreso a un predio.
Nos damos cuenta que, al otro lado, hay otro contingente de policías. !Estamos acorralados¡ Francisco y yo optamos por quedarnos apoyados en una malla, vemos cómo algunas de las personas, de las pocas que quedan, se lanzan al monte. Los encapuchados han desaparecido.
Uno de los señores, de pelo canoso corre en medio del zacate y uno de los policías le dispara. Otro se lanza y cae en una zona pantanosa, se hunde hasta la cintura. Otras personas corren y se pierden en la distancia.
Es curioso…ahora que lo pienso…había un espacio abierto en la calle donde fuimos detenidos…no habían carros como en el resto de la calle…¡quién sabe desde qué horas estaban los policías aguardándonos al otro lado!!!
Saco el chip de mi cámara y lo guardo en el bolsillo falso de mi pantalón. Uno de los policías viene hacia nosotros. Nos lleva al otro lado de la calle.
Cuando los policías pusieron sus manos sobre los compañeros que habían tratado de escapar los lanzaron al suelo, a uno de ellos, uno de los policías le ordenaba que pusiera la mejilla contra el piso y seguidamente le aplastó la cara contra el suelo con su bota. A otro de los señores, el de pelo canoso lo golpearon con el canto del escudo en la cabeza.
Me siento en el asfalto al lado de quien posteriormente me entero que se llama Mirian, una campesina de un pueblito limonense.
Cuando me requisan, un policía le indica a la mujer encargada que tengo un chip y que lo busque. ¡Qué torta!¡Las fotos! Y pasar por todo esto para salir sin nada!!!!!! Me resisto, tengo a cuatro o cinco policías encima de mí tratando de inmovilizarme, me han quitado el chip…ya no tiene sentido seguir luchando. La mujer policía me pone las esposas. Me han quitado hasta mi salveque.
Los policías me dicen que para qué me meto en esas cosas y que fui carne de cañón, que la “principal activista se está quitando“ y señalaron a la compañera Rosibel a quien había visto en alguna otra ocasión pero que no conocía. Yo les digo que también ellos lo son, que otros se jalan las tortas y a ellos les toca poner la cara.
Esperamos un rato, luego nos montaron en un pick up y nos llevaron a la comandancia.
Poco a poco fueron llegando los detenidos. Yo soy la única esposada. Un policía se ríe al verme con las esposas “¿esta es la peligrosa????“Pido chance para hacer mi llamada y me dicen que después. Una y otra vez que después. A las tres mujeres nos llevaron a una celda pequeña, el tiempo transcurre lentamente. Esperar y esperar. Podrían ser las nueve o diez de la mañana.
Pasado el medio día alguien me envía una Coca cola y dos paquetes de galletas. Hasta la fecha no sé quién fue. Lo comparto con las compañeras. Tomamos poquito y lentamente, tenemos ganas de orinar hace rato pero no nos llevan.
Pude conversar con estas dos mujeres, ambas muy humildes oriundas de Penshurt, cada una con familia e hijos, una campesina, otra pescadora. Me comentan que a pesar de que han participado en otras manifestaciones como parte del Comité Cívico nunca habían experimentado algo así….en realidad ninguna de las tres. Piensan mucho en sus hijos, definitivamente todo esto es súbito e inesperado. Rosibel se preocupa por que necesita buscar comida para sus hijos pues no tienen nada para el día siguiente.
Cerca de las tres nos sacan para ficharnos, aprovechamos para ir al baño. ¡Y qué baño! Tal vez haya sido una de las peores escenas de ese día. Me sorprendió saber después que ese baño inmundo es el de los policías que trabajan ahí. ¡Pobre gente!
Al volver a la celda Rosibel me comenta que uno de los oficiales le pidió el número de teléfono. ¿para qué? No se sabe…
Y sigue pasando el tiempo. Oscurece y nosotras ahí, solo podemos ver nuestras siluetas. Mirian sonríe y recuerda que el día anterior había andando en medio de la montaña y se había metido en una posa. Ambas mujeres comentan que mejor a la próxima, solo van a participar en “movimientos a favor de las mujeres y en cosas para su comunidad“…mmm
Finalmente, creo que como a las seis, nos llevan a la fiscalía para la declaración. Fue impresionante salir de la “perrera” y descubrir que a la entrada de la fiscalía había un grupo de personas esperándonos !Eran los chicos y chicas de la universidad! Estudiantes, compañeros y compañeras, amigos y amigas!!! Todos y todas ahí, apoyándonos. Raúl me grita que Monestel viene en camino.
De ahí en adelante la historia es más conocida. La declaración, la audiencia. El abogado previo a que Monestel llegara que no se acerca a ayudar a Rosibel con la declaración. La gente a la salida de la fiscalía con sus gritos de apoyo. El OIJ, la espera y Monestel que llega finalmente, !qué alivio! Sabía que podíamos contar con él.
En una de esas veo a mi compañero Francisco que lo pasan a la celda, lleva el cabello suelto, no le conocía los bucles a lo Shirley Temple que esconde en una apretada cola.
Alguien nos envía comida. El oficial del OIJ nos recomienda que comamos porque debemos volver a las celdas de la comandancia y no se sabe cuánto tiempo estaremos ahí. Son como las ocho de la noche. Comemos porque no sabemos hasta cuándo volveremos a comer, no porque tengamos hambre. La angustia mata el hambre.
Regresamos a la Fuerza Pública. A las otras dos mujeres y a mí nos llevaron a una celda grande donde habían estado los compañeros detenidos, habían orines por todo lado, a los 21 hombres los embutieron en una sola celda. No pensé que podría conciliar el sueño en ese lugar pero el cansancio me venció. Desperté en la madrugada llena de picaduras de mosquito, ya me imagino cómo habrán estado las otras dos compañeras, no llevaban medias y sus pantalones eran cortos, además Rosibel llevaba una blusa de tirantes.
La mañana vino acompañada de esperanza y café aguado. Llegaron las cámaras y los compañeros en la celda de al lado gritaban consignas mientras el patio estaba lleno de policías desayunando de pie con escudo y chaleco en mano.
Al rato llegó Monestel, nos indicó que era hora de la audiencia.
Tuvimos que esperar hasta después de mediodía para que nos pasaran a la Corte. La gente seguía afuera. Nos pasaron de seis en seis en “la perrera“, y me sentía como en una celda de El Martillo o la Rueda de Chicago, los oficiales manejaban a gran velocidad.
Cuando salimos de la perrera, íbamos esposadas, una escolta de seis policías nos esperaba a la entrada del edificio. Si así fue con nosotros…me imagino que cuando es un narco o un asesino peligroso deben llevar a escoltarlo a toda la fuerza pública del país.
Tuvimos que esperar en las celdas del OIJ hasta las dos de la tarde que fue la audiencia. Las acusaciones de la fiscalía me asustaron ¡No sabía que éramos tan malos! Estas son las horas que no logro entender cómo yo pude tomar fotos, lanzar piedras, quemar trailers, asaltar y todo lo demás al mismo tiempo y así cada uno de nosotros. !Somos súper humanos!!!!!!
Al final ya todos conocen cómo quedó el asunto…quedamos libres con medidas cautelares, con excepción de la compañera Rosibel acusada de incitar a los muchachos a destruir los trailers quien queda detenida con un mes de prision preventiva.
Unos estudiantes me comentaron que mientras ellos esperaban afuera para acompañarnos para la liberación, alguien tenía la radio encendida, en Radio Reloj (des)informaron que estaban lanzando piedras a la policía, los medios se confabulan ¿por que razón será que los medios se empeñan en desacreditar tan violentamente la imagen de la Universidad de Costa Rica? ¿Será porque últimamente la universidad tiene posiciones muy claras en contra de las políticas de los Arias y sus intereses?????
Y a todo esto…. ¿quiénes fueron los demás detenidos????
Un inspector de medio ambiente de 67 años, un pastor pensionado de 66, otros dos señores de 66 pensionados, uno con múltiples dolencias que le impiden trabajar, un señor de 59 que mantiene a su familia barriendo las calles de Limón, otro que trabaja como vendedor de Helados para ver por su familia, tres trabajadores de JAPDEVA, un estudiante de secundaria…nosotras tres y mi compañero de la Universidad….Juzgue usted: ¿seremos nosotros los verdaderos responsables de los que se nos acusa o estaremos siendo chivos expiatorios con quienes quieren cubrir la incapacidad de la Fuerza Pública de dar con los verdaderos responsables??????
Tal vez sea momento de leer con mayor criticidad la prensa y de tomar conciencia de que estamos viviendo en una dictadura disfrazada de democracia, y estos trabajadores somos sus presos políticos.