El conflicto terminará de dirimirse en tribunales internacionales. La liberación de los cultivos de maíz transgénico en México y el intento de legitimar esa práctica por parte de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) son duramente cuestionadas por decenas de organizaciones que están reunidas en la ciudad mexicana de Guadalajara, donde participan de las actividades paralelas a la Conferencia sobre Biotecnologías Agrícolas en los países en Desarrollo (donde participan las semilleras más importantes del mundo) .
Un comunicado de prensa difundido este domingo –firmado por la Red en Defensa del Maíz, la Vía Campesina Región América del Norte y la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales- promete, sin más preámbulos, un “juicio campesino y popular” a los transgénicos
“El gobierno mexicano, contra la opinión y los intereses de la gran mayoría de la población, autorizó 24 permisos de siembra experimental de maíz transgénico en varios estados. Esto fue una provocación, porque desde todos las perspectivas, sean rurales, urbanas, campesinas, técnicas, científicas, han habido argumentos mostrando que no tiene sentido liberar maíz transgénico en el centro de origen”, argumentó Evangelina Robles, abogada e integrante del Colectivo Coa, que integra la Red en Defensa del Maíz.
Robles destacó el aporte de las organizaciones que llevan muchos años estudiando esta problemática, como Grain y Grupo ETC, y fue contundente al calificar la contaminación transgénica del maíz como un “crimen de lesa humanidad”, en tanto “estamos en el centro de origen del maíz, no sólo para México sino para todo el mundo”.
El documento de las organizaciones cita declaraciones de Eutimio Díaz, del pueblo indígena wixarika y militante de la Red en Defensa del Maíz desde su origen en 2001. “El maíz es parte de nuestra vida, de nuestra historia, economía, de quiénes somos. Lo cuidamos, lo crecemos y él nos hace crecer y nos cuida, nos da de comer y nos sostiene. Perder el maíz es muerte para los pueblos y a eso se dirige el gobierno permitiendo que las empresas transnacionales lo contaminen y se apoderen de él, es otra forma de guerra contra los pueblos indígenas y no lo permitiremos”, prometió.
El pasado 23 de febrero, Pat Mooney, premio Nobel Alternativo y director ejecutivo del Grupo ETC, renunció al comité asesor de la Conferencia de la FAO, al que se había incorporado luego que el organismo le prometiera un proceso “justo y equitativo”. “La FAO usó y abusó de mi nombre como miembro del comité para justificar dejar otras organizaciones fuera del proceso, sin recoger ninguno de los puntos críticos que expresé sobre los documentos”, enfatizó Mooney, que denunció la ausencia en los documentos oficiales de “elementos esenciales” científicos y socioeconómicos sobre la biotecnología y los transgénicos.
Otro activista, Octavio Rosas Landa, de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, aseguró que miles de campesinos mexicanos sufren la “contaminación y depredación” de sus territorios, recursos hídricos y biodiversidad, como consecuencia de la instalación de granjas industriales de cerdos, pollos y vacas, la minería y las grandes represas hidroeléctricas. Algo similar expresó Alberto Gómez Flores de la Vía Campesina, que salió al cruce de la FAO por afirmar erróneamente que la biotecnología y los transgénicos servirán para enfrentar el hambre en el mundo y la crisis climática.
“Parece que décadas de Revolución Verde no les han enseñado nada. Con agricultura industrial y químicos produjeron mayores volúmenes de algunos granos, pero el hambre en el mundo aumentó, hay más pobres, más desplazados, menos campesinos”, declaró
Mañana de tarde, en la plaza Escorza de Guadalajara, las organizaciones comenzarán el “Juicio campesino y popular a los transgénicos”, que tomará como insumos los testimonios de la audiencia y las expresiones culturales que se han vertido sobre el tema.