Yo no soy Hamlet. Ya no represento ningún papel. Mis palabras ya no me dicen nada. Mi pensamiento se chupa la sangre de las imágenes. Mi drama ya no tendrá lugar. El decorado es construido a mis espaldas. Por gente a quien no le importa mi drama, para gente a quien no le afecta. A mi tampoco me afecta. Yo no juego más.
Sin que el actor Hamlet lo perciba, los utileros traen una heladera y tres televisores. El decorado es un monumento.
Ruido de la heladera. Tres canales sin sonido.
El monumento representa, cien veces ampliado,
a un hombre que hizo historia. Una esperanza petrificada. Su nombre es intercambiable. La esperanza no se cumplió. El monumento está tirado en el piso, demolido tres años después de las exequias oficiales del igualmente odiado y venerado por quienes lo sucedieron en el poder. La piedra está habitada. En los amplios agujeros de la nariz y los ojos, en los pliegues de la piel y del uniforme del monumento derribado, reside el sector indigente de la población de la metrópolis. Al tiempo de rigor después de la caída del monumento le sucede le sublevación.
Mi drama, si aún tuviera lugar., sería en la época de la sublevación. La sublevación se inicia a manera de paseo, un paseo contrario a las leyes del tránsito, en horas de trabajo. La calle es de los peatones. Aquí y allá se vuelca algún auto. Pesadilla de un lanzador de cuchillos: desplazamiento lento por una calle de mano única hasta llegara una irrevocable playa de estacionamiento cercada por peatones armados. La policía, si interfiere el paso, es barrida hacia los costados. Una vez que la marcha llega al sector de los organismos oficiales, un cordón policial la bloquea. Se forman grupos de los que emergen oradores. En el balcón de la casa de gobierno aparece un hombre mal enfundado en un frac y también comienza a hablar. Cuando lo alcanza la primera piedra, también él se refugia detrás de la puerta de cristal blindado. El reclamo por mayor libertad se convierte en el grito por el derrocamiento del gobierno Se empieza a desarmar a la policía, se asaltan dos o tres edificios, una cárcel, una comisaría, una oficina de la policía secreta, se cuelga cabeza abajo a una decena da peones del poder, el gobierno recurre al ejército, tanques. Mi lugar, si mi drama aún tuviera lugar, estaría a ambos lados del frente, entre los frentes, por encima. Yo, dentro del olor sudoroso de la muchedumbre, le tiro piedras a la policía soldados tanques vehículos blindados, cristal blindado.
Yo, mirando a través de las puertas del cristal blindado la masa que se agolpa, huelo el sudor de mi miedo. Yo, ahogado por las ganas de vomitar agitando el puño en contra de mí, parado detrás del vidrio blindado. Yo, transido de miedo y desprecio me veo a mí en medio de la agolpada muchedumbre, con espuma en la boca agitando el puño en mi contra. Cuelgo de los pies a mi propia carne uniformada. Yo soy el soldado en la boca del tanque, mi cabeza vacía debajo del casco, el grito sofocado bajo las orugas del tanque. Yo soy la máquina de escribir. Yo hago el nudo para la horca de los cabecillas, yo retiro el taburete, yo me rompo la nuca. Yo soy mi propio prisionero. Yo alimento a las computadoras con mis datos. Hago el papel de saliva salivadera escupitajo cuchillo y herida diente y pescuezo soga y cuello. Yo soy el banco de datos. Sangrando en la muchedumbre, recobrando el aliento detrás de la puerta de cristal. Segregando una flema de palabras por encima de la batalla en mi burbuja impermeable al sonido.
Mi drama no tuvo lugar. Se perdió el texto. Los actores colgaron sus caras del gancho del camarín. El apuntador se pudre en su fosa. Sobra las butacas, apestados cadáveres disecados no mueven ni un dedo. Me voy a casa a matar el tiempo, unido I con mi yo no dividido.
Televisión Asco Día tras día asco Asco del palabrerío premasticado De la felicidad en recetas Cómo se escribe la palabra CONFORT el homicidio nuestro de cada día danos Señor porque tuya es la nada Asco de las mentiras de los que mienten a quien sólo les creen los mentirosos Asco del hocico de los hombres de acción marcada por la lucha en pos de puestos votos cuentas bancarias Asco Cuadriga que destella agudezas Atravieso las calles los centros comerciales caras con la cicatriz de la lucha por el consumo Pobreza sin dignidad Pobreza sin la dignidad del cuchillo del puño armado del cuerpo humillado de las mujeres Esperanza de generaciones ahogada en sangre cobardía estupidez Risas desde las barrigas muertas Heil COCA COLA Mi reino por un asesino.