Con cierto escepticismo miramos la elección de Obama y la posible renegociación del TLC.
Racialmente, al mundo entero llena de júbilo y con razón el que un mulato llegue a la presidencia de Estados Unidos. Pero yo no me hago ilusiones en cuanto al cambio.
Estados Unidos no está gobernado por una persona sino por los lobbies, es decir, los señores de la guerra –el complejo industriomilitar-; de las farmacéuticas –Farmas-; de las semillas y agroquímicos –Monsanto y amigos-; de los seguros –AIG-, etc., etc. ¿Qué puede cambiar Obama? Casi nada. Los lobbies seguirán gobernando.
En parte por eso, no tiene ningún sentido la renegociación del TLC que junto con ciertos congresistas demócratas nos propone Ottón Solís.
En esta tan sonada renegociación, ¿van a eliminar el Capítulo 10 para que la justicia vuelva a nuestras manos y para que no perdamos nuestros recursos estratégicos? NO.
¿Van a eliminar el Capítulo 15 para que Monsanto y Farmas nos dejen importar o fabricar genéricos? NO.
¿Van a corregir la definición de territorio? NO.
Entonces, ¿qué van a renegociar?
Según artículo de don Otón del 29 de noviembre en La Nación, en la renegociación se van a corregir algunas cosas sobre ambiente y derechos laborales.
Esto no solamente no es suficiente, sino que es un engaño.
Porque nadie puede, como extrañamente pretende don Ottón, relacionar el libre comercio con “la democracia, los derechos humanos y la ética en la función pública, entre otros”, sin antes eliminar del TLC los capítulos 10, 15 y 17; los anexos 13 y 12.1; las cláusulas 3.14.3 y 19.1; las cartas paralelas y el fundamento mismo de un tratado que en Costa Rica es como la constitución, pero en EEUU no llega a ley.
La economía mundial está empezando a tambalearse. Aquí seguimos muy contentos y eso es porque la crisis no ha llegado.
Los economistas saben que hasta la definición misma de libre comercio se cayó. Solamente la siguen manteniendo los interesados en sacar provecho del modelo.
Don Ottón conoce a fondo esta realidad. Por eso no comprendo por qué en su artículo les dice a los costarricenses que el tratado no es perfecto, o que es perfectible.
El tratado no es ni imperfecto ni perfectible. No es nada de eso. Es simplemente un suicidio para Costa Rica.
Es totalmente inconveniente renegociar algunas cosas, pues eso lo perpetuaría bajo una fachada “buena”.
En estos momentos de crisis, lo único conveniente que se puede hacer con el TLC es ponerlo totalmente en suspenso o rechazarlo. Antes de que caiga por su propio peso y nos arrastre.
Y cuando el TLC nos arrastre, renegociado o como está, los señores de las armas, de las semillas, de los químicos, de los bancos, de las aseguradoras, etc., y sus socios y socias ticos ya sean los socios y socias originales o los renegociadores, brindarán con vinos finos y caviar. Porque siempre caen parados.