“El problema del ambiente son los ambientalistas”

La frase de esta semana le pertenece al doctor Jaime Gutiérrez Góngora, es parte de un artículo titulado “El problema del ambiente son los ambientalistas”.

Es impresionante que en una frase se sintetice tanto autoritarismo, tanto desprecio, tanta ignorancia, y arrogancia a la vez.

Pero no es extrañar del Dr. Gutiérrez, siempre tan cerca del fascismo, porque es habitual en sus artículos, este tipo de cosas. Solo para ponerles un ejemplo en el año 2.000, sugirió que el país debía hacer lo que hizo Syngapur, cuando los sindicatos se organizaron, eliminarlos y arrestar a los líderes.

Ya ven todo un demócrata.

Hoy fiel a su ideología ultraderechista, nos regala esta pieza de autoritarismo. Analicémosla por partes.

Primero, en su discurso no hay alternativa, es el “desarrollo capitalista” sí o sí, aunque no funcione, el discurso único. Ya llegará la riqueza, como también dijo en el 2000, al principio hay que sacrificarse, ya ven llevamos toda la vida en eso. Autoritario, y falaz, porque sí hay alternativas.

Segundo. Como es fácil de ver, para Gutiérrez es muy clara la prioridad, y claramente es el desarrollo, no importa que se extingan las lapas verdes, la prioridad es el desarrollo, el crecimiento económico. Fundamentalista, que el crecimiento económico en el modo de producción capitalista produce bienestar para todos, es un acto de fe, que no tiene ningún fundamento empírico.

Tercero. Gutiérrez, en su artículo sugiere entonces un sinsentido: que la mejor forma de proteger el ambiente es explotándolo de forma desmedida. Algo así como decir que hay tirar bombas para traer la paz.

Cuarto. Antropocéntrico, porque para él, los ambientalistas “Hacen a un lado la verdad de que el hombre no es el siervo de la tierra. (…) Ni de los pájaros ni de las lapas verdes”.
El Hombre, gracias por el lenguaje inclusivo, es el amo y señor de la Tierra y la puede destruir si le viene en gana.
Quinto. Volvamos al discurso autoritario.

Con un maniqueísmo impresionante Jaime Gutiérrez nos dice: “o minería o no hay empleos”…

¿Es que sólo minería puede producir empleos en la zona norte?

¿No hay ninguna otra actividad económica que sea amigable con el medio ambiente que consiga que TODAS las familias de esa zona vivan dignamente?

¿Acaso no es obligación del Estado la generación del empleo, pero además de garantizar el equilibrio ambiental?

Ambas son la prioridad, que la gente tenga como ganarse el pan de cada día, pero también a gozar de un ambiente sano, bueno al menos eso dice la Constitución Política, que al parecer Gutiérrez no leyó, no entendió, o a lo mejor es le importa un carajo.

Como ya le hemos venido diciendo, este es la ética del modo de producción capitalista, Jaime Gutiérrez es un excelente espécimen de lo que realmente es el capitalismo.

Sexto. Gutiérrez, típico del discurso autoritario, y a falta de verdaderos argumentos, utiliza la descalificación, para él “Ambientalistas tropicales”, pasa a ser un insulto. Y bueno, esto es el trópico, y justamente porque es el trópico y hay una enorme cantidad de especies animales y vegetales, es que ser ambientalista tropical no resulta ningún insulto.

Como culminación de su pensamiento, sentencia: “El ambientalismo es una extravagancia de las sociedades ricas”.

Sin palabras, no hace falta decir nada ante semejante tontera.

Para Gutiérrez, “El problema del ambiente son los ambientalistas”, ya ven, bien facho, pero lo logra decir lo que realmente detesta de los ambientalistas, sencillamente los desprecia porque ponen en cuestión los límites del modo d producción capitalista.

Lo que le molesta realmente, no es que 250 familias tengan o no trabajo, para él la protección del ambiente es un mero obstáculo del desarrollo, una de esas distorsiones del mercado que habría que eliminar, como los sindicalistas, porque de todas formas para él, debe haber un sacrificio.

Con esa lógica quien se va a sacrificar es la humanidad entera, don Jaime, al parecer ni siquiera se ha enterado de que la Tierra nos pasa la factura, y que efectivamente hay que redefinir las prioridades, el oro… o la vida…

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